En el que Nia y Jamie descubren la sala común y a sus habitantes habituales
Logan
lleva a Andy y Jamie hasta la sala común.
La sala común es donde todos suelen
reunirse para pasar el rato juntos por el bien del equipo —Trudy es muy
insistente al respecto—. Para la gran mayoría de ellos, es el sitio dónde comen
y cenan, ya que ninguno usa la cocina de sus apartamentos.
Logan le presenta al resto: Justice,
Unsuur, Elsie, Owen —cheff y amigo de
Justice, y puede que ahora también de Logan. Logan aún no lo ha decidido y se
está dando más tiempo para analizar al hombre detenidamente— y Grace. No le
presenta a su hermano, puesto que ya lo conoce —salvo por el detalle—. Andy corre a ocupar su sitio favorito, sobre el
reposabrazos del sillón de dos plazas que ocupa Justice frente a la televisión.
Al lado de Justice está sentada Nia. Justice y ella llevan mandos de consola en
las manos, y no le han prestado ninguna atención a Jamie porque están
involucrados en algún tipo de competición agresiva que Nia está perdiendo
estrepitosamente. El hombre sin nombre —Haru— está sentado en una silla muy
cerca de ella y parece que, aunque no participa, se está divirtiendo. Jamie lo
entiende. Seguro que Nia ha estado todo el tiempo jurando y maldiciendo sin
querer rendirse. Nia ha estado siendo Nia toda la tarde para él y eso, en sí
mismo, ya es bastante entretenido de ver, así que lo único que hace es
observarla con una sonrisa que a Jamie le gusta bastante.
Logan
descubre que Grace ya ha ocupado su sillón favorito. No es el más cómodo. Es el
que está de frente a todas las salidas y de cara a los enormes ventanales. Es
un puesto estratégico. No le sorprende que Grace lo haya escogido, Grace sabe
bien lo que hace. En ese campo en particular, está él, está ella y después
están todos los demás a una distancia muy lejana. Así que se sienta en la
segunda mejor opción: la silla que controla a Grace, cerca pero no demasiado.
El lenguaje que hablan acude por pura rutina. Logan pone la mano del arma sobre
su rodilla. El tipo de comunicación silenciosa que se da a veces entre fuerzas
opuestas en una misión. Está diciendo, sin decir nada, que no está pensando
iniciar una pelea, pero que puede hacerlo si se da un paso en falso. A cambio,
Grace apoya ambos codos sobre sus muslos aparentando relajarse, dejando claro
así que no está pensando iniciar ninguna pelea. Nada de eso es necesario, pero
ellos no son de los que se desprenden fácilmente de las costumbres.
Jamie
se sienta en uno de los sitios libres, cerca de Justice y Nia, esperando ver
cómo termina todo, a pesar de que ya lo sabe.
—Nia, ¿por qué sigues jugando con él?
—pregunta Andy, sin ningún atisbo de sorna y genuinamente interesado en la
respuesta—. Habéis jugado treintaisiete rondas y no has ganado ninguna…
—Mira quien habla —responde Justice—. El
otro día tú perdiste más…
—Pero gané una vez. Eso me dio fuerzas
para seguir intentándolo. No soporto que ganes siempre.
—Yo ya jugaba a esto mucho antes de que tú
nacieses.
—Buff, eres bastante viejo, ¿no? —le
chincha Andy—. Logan, ¿cuántos años tienes? ¿Eres más viejo que él?
Logan resopla.
—Mucho más viejo —dice Justice—. Vas a
necesitar conseguirle comida triturada y pañales para adultos antes de que
cumplas los dieciocho.
Andy medita eso.
—¿Vas a morirte de viejo antes de que
cumpla los dieciocho? —le pregunta a Logan muy serio.
—No le hagas caso a este tío, es imbécil.
No voy a morirme de viejo antes de que cumplas los dieciocho, Andy. Si me hago
así de viejo tú serás mayor que yo ahora.
El niño parece contento con la respuesta.
Va hasta donde está Logan y se sienta en el suelo, entre sus piernas. Él le
acaricia el pelo distraídamente. Por sus caras, parece que ninguno de los
presentes ha visto eso antes. Jamie graba esa imagen en su mente justo antes de
que los ojos azules de Logan vuelvan a engancharse a los suyos.
—Bueno, Justice, creo que te mereces una
paliza, la verdad —dice Jamie rompiendo el contacto y tratando de no pensar en
si el tono de rojo de su cara puede verse desde dónde Logan está sentado.
—Sí, eso —afirma Nia pasándole su mando e
intercambiando sitios con ella—. Este te lo sabes, ¿no?
Jamie se echa a reír. No es la única.
—No es un examen, Nia.
—Vale, voy a reformular eso: ¿puedes darle
una paliza?
—Definitivamente.
—Ojalá te la pueda dar, Justice. Has sido
bastante grosero —dice Andy con reproche cruzando los brazos—. Debería darte
vergüenza tratar así a un niño huérfano, ¿sabes?
—Joder, eres una rata, ¿eh? —responde Justice.
Todo parece formar parte de su dinámica
habitual. Ya conoce lo suficiente a Andy como para saber que puede ser capaz de
bromear sobre temas escabrosos o incómodos, es una de las muchas cosas que le
encantan de él. Eso no quita que no vaya a disfrutar aporreando a Justice.
—¡Oye, ese Hadoken es ilegal!
—Sólo porque tú no sabes ejecutarlo,
claro. No tienes ni puta idea de hacer un combo y los has estado machacando a
patadas y puñetazos. Voy a ganarte en la próxima sin usarlo. Podría ganarte
atándome una mano a la espalda, pero entonces todos verían lo paquete que eres,
Justice.
—¡JA! ¿Has oído eso, Justice? ¡Eres un
paquete! —grita Andy, que ahora está saltando sobre el reposabrazos de Jamie.
—Eso no nos deja en muy buen lugar, Andy
—susurra Nia.
Después de mil partidas que Justice pierde
—a excepción de una porque a Jamie se le acaba la batería del mando—, cambian a
un juego de carreras, en el que Justice vuelve a perder. Y cambian a otro de
plataformas, en el que Justice pierde una vez más. Después de eso usan una
consola cada uno y entran en un juego online de tiros, dónde Jamie es la última
en quedar en pie.
Logan
está bastante excitado y no entiende muy bien cómo ha llegado a eso viendo a
Jamie aniquilar a todos esos pringados con armas digitales. Cada vez que
escucha los sonidos del cargador, el gatillo o los casquillos vacíos cayendo al
suelo, algo se sacude dentro de él. Y es en el buen sentido, no como todas esas
otras veces que lo escucha cuando dispara o le disparan. Y hay que decir que
esos sonidos se ajustan demasiado bien a la realidad. Lo suficiente como para
tener una crisis si sufres TPT.
—Bueno, ya vale, se me va a enfriar la cena
—anuncia Jamie dos horas después.
Las pizzas que pidieron habían llegado
hace cuarenta minutos y todos han estado comiendo mientras los miraban jugar.
—Eso, ya vale de acapararla, ha venido
conmigo —dice Andy con la boca llena. Hace poco más de un momento la ha
declarado su nuevo ídolo y Jamie cree que es lo mejor que nadie le ha dicho en
su vida.
—¿Habéis tenido una cita o qué? —pregunta
Justice bastante enfurruñado. Si bien le encanta ganar siempre, hoy ha
descubierto que detesta muchísimo perder siempre. Ha sido una dura lección para
él.
—¿Una cita? —pregunta Andy repentinamente
inquieto—. No, una cita no. No creo que eso le fuese a gustar a Jasmine.
—No puedo competir con Jasmine —dice Jamie
mirando a Justice y encogiéndose de hombros—. ¿Qué tal si lo dejamos en peli y
cena sin más?
—¿Qué tal si tienes una cita con Logan?
—pregunta Andy como muy casual.
No hay nada casual ahí.
—Oh, joder. ¿Puedo alquilarte al crío,
Logan? —pregunta Justice.
—Si Logan quiere una cita tendrá que
pedirla él mismo —responde Jamie tratando de no mirar a Logan.
—Suena justo —le concede Andy a
regañadientes.
—Me encanta que sigáis negociando como si
no estuviese delante —dice Logan.
—Entonces… ¿le vas a pedir una cita o no?
Ya la has oído. Y no tenemos toda la noche.
—Nada de restaurantes italianos —añade
Jamie, solo por si acaso.
Tardará un tiempo en poder volver a entrar
a uno sin querer tumbarse en el suelo en posición fetal y llorar.
—Debidamente anotado —dice Logan, que la
mira ahora de una forma diferente a todas las anteriores.
—Encontraré algo en lo que sea mejor que
tú —interviene Justice, que aparentemente sigue en fase de negación—. Una pelea
a navajas.
—¿En serio? —pregunta Jamie sin saber si
va en serio o no.
—Depende, ¿hay posibilidad de que aceptes?